Amo a la gente que ama sus raíces
- Karla
- 16 may 2018
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 25 sept 2018

Una tarde lluviosa, en uno de mis recorridos cotidianos en el Metrobús de la CDMX, me encontré con un señor que me empezó a contar sobre su pueblo: Zacatlán de las Manzanas.
Me habló de la sidra, los chicharrones prensados "ahí hasta la cabeza de puerco la hacen chicharrón", me dijo, al tiempo que realizaba una mueca que expresaba algo que se estaba saboreando.
También me habló de unos relojeros, me contó que aquí en la Ciudad de México había varios relojes que ellos habían hecho y un día les dijo "oigan y por qué no los hacen para el pueblo" y entonces quitaron la fuente y hoy en la explanada Municipal hay uno grande en forma de pirámide.
Me habló incluso del corrido que le habían hecho a su pueblo...
Así sin más, me tenía que bajar, no supe ni siquiera su nombre, pero me bastó para que hoy pudiera mencionarlo en este espacio.
Estoy segura de que si mi recorrido hubiera sido más largo, me hubiera contado más datos sobre su querido pueblo.
Lo que me quedó muy presente es que me invitó a que conociera su pueblo y me especificó que quedaba muy cerca "a tres horas de aquí, en la Terminal del Norte o en la del Sur, salen los camiones y si va en coche se hace menos".
Esa, es la riqueza de México, la gente que ama su tierra, que habla con amor de ella y que te invita a conocerla. La gente que te cuenta y te describe cómo es, con qué se come, en dónde está.
Esos cinco minutos de charla me bastaron para que Zacatlán de las Manzanas este en mi lista de los lugares que quiero conocer y sin duda me acordaré de ese momento.
Comments